martes, 2 de diciembre de 2008

Tráfico en la ciudad

Mi automóvil es mi segundo hogar. Grandes historias me han sucedido en esas tres horas diarias que vivo ahí. Peleas con la novia, noticias importantes, momentos de profunda reflexión y también de esparcimiento al escuchar Ópera o un buen audiolibro. También se me han ocurrido ideas para que la gente me robe y se quede con el crédito. Pero esas ideas sobre todo tienen que ver con formas de acabar con el tráfico. Sí, a pesar de los buenos momentos que paso en mi coche, no me gusta pasar tiempo parado en un embotellamiento. Por ello, expreso aquí una idea mitad robada mitad inventada:

- Hagamos que el carril de alta velocidad de las principales avenidas sea únicamente para autos que lleven a tres o más personas (esto lo hacen en varias ciudades de EU).

- Hagamos un carril especial para motocicletas, claro, que sea más estrecho pero que nadie pueda invadirlo para que los motociclistas estén seguros.

- Inventemos una página en Internet que sea una red social para encontrar gente con la que podamos compartir nuestro auto.

Si usted está pensando en que todo esto es una tontería, eso quiere decir que usted y su maldita actitud son parte del problema.

domingo, 14 de septiembre de 2008

Pena de muerte a los secuestradores

¿Cómo se sentiría si secuestraran a algún familiar? ¿Qué le gustaría hacerles a esas personas? Yo lo tengo muy claro. Me gustaría matarlos con mis propias manos. Secuestrarlos y hacer una película gore con ellos. Ya sabe, amarrarlos a una silla y sacar la vieja sierra eléctrica para cortarlos en pedacitos. También podría utilizar las viejas ideas que se me ocurrieron cuando una antigua novia me engañó: calentar una gran hoya con aceite hirviendo y meterles la cara. Tal vez podría verme más clásico y basarme en una historia de Heródoto: matarlos, prepararlos para la cena e invitar a sus familiares al convite. Al final de la velada, llevarles la cabeza y revelar la verdad. También podría...
Esperen un momento. Si me dejo guiar por mis ideas de venganza no seré más que un secuestrador-asesino creativo. Pero en el momento en que suceden estas cosas, al menos es terapéutico imaginarlas. Sin embargo, por más ganas que pueda tener de regresar el mal recibido, no soy un asesino. Lo siento. De hecho, nuestro deber es otro.
Si alguien nos hace mal, debemos pagar con una buena acción. Ya lo sabía Platón desde el libro II de La República. No podemos hoy en día, proponer un regreso a la ley del Talión y pedir ojo por ojo, diente por diente. ¿Por qué?
La respuesta es tan obvia como tonta la pregunta: porque el mal destruye a la sociedad, incluso si lo hacemos a las personas que hacen mal. De hecho, se inicia una cadena inacabable: me asaltan, como castigo, los policías golpean y encarcelan al ladrón. Dentro de la cárcel lo violan, lo hacen menos y lo juntan con gente que le vende droga. Dos años después lo dejan libre. A los tres días, roba de nuevo o secuestra y asesina. Así con cada criminal, ad infinitum.
Pero entonces, ¿hay que poner la otra mejilla y entregar la ciudad a los delincuentes? No sea ridículo, por supuesto que no. Uno debe poder proteger a su familia de los peligros (eso es algo bueno). Si alguien hace algo malo en contra de los demás, debemos recluirlo, pues utiliza su libertad para hacer daño. Sin embargo, eso no es un castigo para que se retuerza del dolor. Sólo es una consecuencia de sus actos, y para evitar que haga mal, lo apartamos de los demás. Sin embargo, debemos hacerle un bien. Ese es el mensaje que debe darle la sociedad a los delincuentes. Debemos responder el mal con el bien.
Ya sé. Seguro está a punto de dejar de leer. Son "cursilerías" de alguien que no ha sufrido, ingenuidades "idealistas" que no resolverían nada. No es así. ¿Qué bien podemos hacerle al secuestrador?
Ponerlo a trabajar para pagar su reclusión. El trabajo, tener algo que hacer, da sentido a nuestras vidas. Nos da un lugar en la sociedad. Claro que no le vamos a dar a escoger. Le tocará un trabajo difícil. El que nadie más quiera hacer pero que sea muy necesario. Por qué no lo ponemos a escanear todos los libros de la biblioteca nacional o alguna otra cosa útil. Algo con lo que paguen su estancia y comida en la cárcel pero que además deje algo bueno y útil a la sociedad. Por qué no les damos la oportunidad de donar sus órganos al morir y así salvar vidas. Tal vez nunca los dejemos salir de la cárcel, pero si los ponemos a estudiar también podrán hacer cosas más productivas. Pueden ofrecérsele incentivos que mejoren su calidad de vida en la cárcel.
Tal vez no entenderán que todo eso es un bien no sólo para la sociedad sino para ellos. Pero les damos la oportunidad de que algún día lo entiendan. De que, a pesar de no poder salir de la cárcel, siguen teniendo la oportunidad de encontrarle un sentido a su vida y hacer el bien a los demás. De reparar un poco del daño que hicieron. Ese es el tipo de lección que tiene que darle la sociedad a los secuestradores.
Yo sólo necesito un legislador que me robe la idea. Que sea muy difícil de lograr no quiere decir que debemos renunciar a las metas más altas que puede ponerse el ser humano.


viernes, 12 de septiembre de 2008

Sobre las estúpidas maneras de llamar la atención

Vamos a jugar un juego para destruir la paciencia y la bondad de los desconocidos. Primero: busquen algo que les moleste. Segundo: busquen a un responsable verdadero o ficticio. La única restricción es que si el responsable son ustedes mismos, entonces deben culpar a alguien más. Tercer paso: hagan algo sumamente fastidioso para manifestarse. La única regla es que hagan sufrir a alguien que no tiene la culpa de los que los atormenta. Alguna buena persona si es posible. Pero no lo hagan ustedes solos. Busquen más gente y hagan el suplicio a la mayor cantidad posible de personas. Es la máxima utilitarista invertida: hagan que sus acciones maximicen la infelicidad del mundo. Pero no se trata de una mala acción cualquiera. Debe ser algo que parezca sencillo (y así reducirán los costos y repercusiones), pero que al repetirlo una y otra vez, vaya desmoronando lo bueno que hay en la personalidad de la gente. Un ejemplo: haga usted una manifestación que paralice las principales avenidas de la ciudad de México (o cualquier otra ciudad grande). ¿A quién diablos se le ocurrió que molestando a los inocentes era una manera justa de pedir soluciones? No quiero saberlo. De hecho, lo más molesto es que haya gente que repita mes tras mes la fórmula para maximizar la infelicidad. Después de la denuncia viene la idea. Una que debe ser robada, expresada por doquier. ¿Tiene usted un problema que quiere manifestar al "gobierno" a la "sociedad" o a cualquier otra entidad abstracta? HÁGALO SIN MOLESTAR A LOS DEMÁS. Yo sé que no es sencillo. Que en este momento está usted pensando "yo no tengo el hábito de respetar a los demás", "eso qué, para qué me va a servir", "así nadie me va a hacer caso". Podría intentar argumentar muchísimas razones que hay para respetar y no hacer daño a los inocentes. Pero me seguirán objetando que así nadie les hará caso. Si hace una manifestación que vaya por la banqueta y en orden, no va a llamar la atención. Es cierto, no nos engañemos. Nadie le haría caso. Por ello propongo una solución. Manifiéstese de modo creativo y constructivo. En un país en donde llevamos décadas de manifestaciones molestas, si usted hace algo por los demás, para manifestar su inconformidad en algún asunto, será la nota del día. Reinvente el modo de ayudar cada vez que quiera manifestarse. Supérese y haga algo mejor cada ocasión. Ya sé, ya sé. No se le ocurre nada. Daré unos ejemplos para que usted pueda robar y llevarse consigo: 1) Haga una marcha que tenga como campaña recoger la basura y propagar un par de ideas para educar a todos los puercos que hay en su ciudad. Recorra las calles más importantes haciendo este pequeño servicio social. 2) Haga un plantón en el Zócalo y monte carpas que den clases de alfabetización gratuita y clases de matemáticas básicas. Quédese tres meses. ¿Le parecen poca cosa estas ideas? ¿No son tan creativas? Muy bien. Invente las suyas y deje de quejarse.

sábado, 6 de septiembre de 2008

Para accidentes automovilísticos

Nueve meses, un auto nuevo y tres choques. Ninguno grave para la salud, uno casi mortal para mi cuenta bancaria. Una semana después, presencio tres accidentes. Uno de ellos trágico. Mi mundo: aseguradoras, ineficientes agencias de coches, llamadas a ambulancias, llamadas por celular que duran horas y se acaban mi crédito y la pila. Actividad principal en mi miserable (mi palabra favorita últimamente) vida: esperar. Actividad principal (sin contar las mentadas): reflexión. Una idea que jamás realizaré y que deseo con todas mis fuerzas que alguien robe:

Con la era del GPS, que la Cruz Roja y las Agencias de seguros tengan el equipo para que uno no pase horas investigando la dirección de su propio accidente vial. La tecnología ya existe, sólo necesitamos un alma caritativa que robe y realice la idea.